miércoles, 1 de febrero de 2012

Un delito, dos delitos...

Como si no fuera poco que secuestren a un embajador extranjero en cualquier calle de nuestra ciudad, hoy leo en el periódico que el vehículo de la víctima había sido utilizado en otro secuestro (El Nacional, Noticias 24).

Esta forma de actuar me resulta familiar, ya que hace varios años mi padre fue secuestrado para quitarle el vehículo, que apareció abandonado dos días después. Luego supimos que los plagiarios lo habían utilizado en un robo.

Nadie se libra de ser víctima de la inseguridad que al galope cubre nuestra Venezuela. No es que en las estadísticas estemos mejor o peor que otros países, sino que cada vez estamos peor que nosotros mismos.

Y es que la impunidad, aunada a la desconfianza del público de la eficiencia de las autoridades, dejan a los delincuentes toda la libertad de acción que puedan desear para ejecutar sus delitos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Entre Adán y Eva

Hace poco presencié la discusión entre dos amigos que no lograban ponerse de acuerdo respecto a un tema. Él se quejaba diciendo “¡pero tú no me dijiste eso!”, a lo que ella respondía “claro que sí, te pregunté y como no dijiste nada, asumí que estabas de acuerdo”. Después de un rato de discusión infructuosa, mi amigo terminó por decirle que la telepatía sólo funcionaba si el otro recibía el mensaje y que no servía asumir que como la mujer lo pensó, el hombre ya sabe lo que quiere. En este punto me tocó largar la risa.

Y es que es cierto, a pesar de los millones de años que llevamos evolucionando juntos, los hombres aún no terminamos de entender por completo a las mujeres y las mujeres no terminan de aprender a comunicarse eficientemente con nosotros. Podríamos achacarle tal descalabro a las hormonas, la sensibilidad femenina, la falta de atención de los hombres, los intereses divergentes y un sin número de razones más asociadas a la diferencia de sexo. Pero a ver cuántos levantan la mano para decir que saben exactamente por qué cuando la mujer dice “tú sabes muy bien por qué” o que jamás hayan utilizado el consabido “sí mi amor” para evitar entrar en discusiones.

Hoy me encontré esta frase por allí: Habla con el lenguaje del que escucha, pero di lo que tú piensas…

Me toca aceptar que los hombres valoramos más una información concisa y clara que una frase ambigua que requiera de una gran dosis de intuición para entenderla. Así que habrá que pedir a las mujeres que tomen un curso de oratoria efectiva a ver si al fin logramos comunicarnos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Smart Phone 2.0

En 1999 la empresa canadiense Research In Motion (RIM) revolucionó la industria de la telefonía móvil al lanzar al mercado la primera línea BlackBerry. Esta línea de teléfonos inteligentes fue originalmente diseñada para disponer de una oficina en mano, ofreciendo al usuario programas y servicios móviles que le facilitaran el manejo de la información, así como su disponibilidad y rápida transferencia.

No obstante, estos servicios dieron un vuelco a su utilidad. Con la evolución de las redes sociales, y a pesar del alto costo de los equipos, los usuarios terminaron estando más interesados en su interacción con otras personas que en las aplicaciones laborales. Para el año 2009, según Engadget en español, el 70% de los equipos celulares BlackBerry colocados en Latinoamérica se vendían en Venezuela. Es fácil deducir que no los adquirían sólo ejecutivos con intereses profesionales. Ya no se tiene la oficina en mano, sino Facebook, Twitter, Messenger, los servicios de mensajería de BlackBerry y cientos de utilidades que nos permiten mantenernos en contacto con el mundo.

Este cambio de uso también es evidente en la tecnología de los nuevos teléfonos inteligentes que permiten subir automáticamente las fotos a Facebook, con la ubicación geográfica del fotógrafo, o disponer de una consola de videojuegos portátil, y aún así les siguen llamando teléfonos.

Aunque a nivel mundial el auge de los BlackBerry ha venido en descenso debido a la competencia de otros teléfonos inteligentes que han ido acaparando el mercado, como los IPhones de Apple y los Galaxy de Samsung, y el desarrollo de nuevos sistemas operativos como el Android, en Venezuela parecen no perder campo. Probablemente porque acá preferimos invertir en equipos costosos para luego pagar una renta básica económica que nos permita enviar 3.000.000 mensajes de texto al mes y el uso del PIN como una red social más, sin cargo adicional.

Ya no es raro que no me pidan mi número de teléfono o correo electrónico (a veces ni mi nombre), sino que soliciten mi PIN. Y la masa humana sumergida en la absorbente operación de mantenerse en contacto a través del celular, mientras se pierden de disfrutar del mundo inmediato a su alrededor, es cada vez más apabullante. Pero claro nada como responder correos electrónicos casi en tiempo real y mantenerse informado de las últimas noticias. ¿Será que a nadie le molesta deambular por la vida entretenido en un SmartPhone que pareciera estar robándole neuronas al usuario?